El 7 de junio de 2009 caminaba por la alfombra roja un empresario colombiano, Oscar Alberto Camacho Leal, el niño que trabajo en marraneras desde antes de ir al colegio, el mismo niño que solo comía una vez al día porque su familia no tenia recursos suficientes, el mismo que se prometió un día que ningún niño en el mundo entero volvería a aguantar hambre, fue premiado en el EY Entrepreneur Of The Year 2009 como el empresario del año, por su lucha contra el hambre del mundo.
Disciplina, pasión y amor, son las palabras que definen a este empresario colombiano, Oscar Camacho es un empresario, su portafolio de inversiones comprende negocios inmobiliarios, tecnológicos, educativos y de construcción, la mayoría de sus ganancias son repartidas con millones de personas que no tienen la oportunidad de comer todos los días.
“Levántese mijo, levántese”, estas palabras sonaban al oído de Óscar todos los días a las 3 am, sus abuelos muy mayores para hacer los duros trabajos del campo y la marranera, lo llamaban para que les ayudara a limpiar y alimentar a los cerdos, Óscar con pereza, sueño y sin ganas se levantaba a hacer trabajos de campo, todos los días a las 3 am, a las 5 am estaba bañado y vestido con su uniforme para ir a estudiar.
52 minutos demoraba Óscar y su hermano para llegar a su colegio, no existían motos o carros que pudieran cruzar los duros paisajes del campo colombiano, tampoco existía carretera, era el camino y las ganas de estos jóvenes por avanzar y llegar a un destino mejor, no eran pocos los días en los que la lluvia y el barro mojaba los uniformes de los niños, quienes tenían que estar mojados durante horas hasta llegar a su casa en la tarde con un poco de tos.
A pesar de los sacrificios para ir a estudiar, Óscar era feliz en el colegio, su abuelo le decía, pesa menos una pluma que una pala, para incentivar que los chicos estudiaran con ahínco y no tuvieran que trabajar en el campo, como lo hacía él y todos los del pueblo. El 33% de las personas en Colombia tienen pobreza extrema, esto quiere decir que no tienen la oportunidad de comer por lo menos 3 veces al día, lo hacen 1 sola vez, tampoco tienen techo a prueba de agua, alimento en su casa, o nevera o lavadora, la pobreza es una condición que afecta a millones de colombianos y Óscar fue uno de ellos.
En la tarde Óscar y Héctor Camacho, regresaban del colegio con mucha hambre, su abuela, una mujer de 65 años les tenía una sopa de menudencias de almuerzo, en pocas ocasiones con arroz, luego trabajaban con su abuelo Juan sembrando alimento, arando la tierra y haciendo casas improvisadas para las gallinas y los cerdos.
En una entrevista a Óscar Camacho le preguntaron quién era su referente para hacer grandes cosas y esto dijo “Mi abuelo Juan, era un hombre humilde, sencillo, sin estudio y sin dinero, pero era implacable con los retos de la vida, era capaz de construir casas con los materiales que conseguía, hacia techos con palmas de coco, arreglaba máquinas sin saber de mecánica, era el superhéroe del pueblo. Nada le quedaba grande, él es mi inspiración”, Juan Camacho Guzmán, un campesino sin educación, sin oportunidades, sin tierras, pero con grandes ambiciones para sus nietos, los papás de Oscar Camacho fueron asesinados por el conflicto armado en Colombia y él se hizo cargo de sus nietos, a pesar de las dificultades, siempre lucho por poner un plato de comida en la mesa, aunque solo fuera uno al día, siempre cumplió, motivaba a sus nietos para que estudiaran, viajaran y ante todo lucharan por tener un futuro mejor que él suyo. Su carácter era implacable, quería ser el mejor en lo que hacía, ayudaba a los vecinos a solucionar sus goteras, a mejorar sus casas de madera, o hacer muebles sencillos, también era muy fuerte pero un día enfermo.
El abuelo Juan enfermo gravemente de los pulmones, su vitalidad, fuerza, determinación y ánimo se desvanecieron poco a poco, tocia constantemente y la medicina no surtía ningún efecto sobre su interminable tos, el abuelo una tarde reunió a sus nietos y les dijo que quería que le aplicaran la eutanasia, los episodios de tos eran terribles, se ponía rojo y no podía respirar, los ojos le escurrían lágrimas y el dolor que sentía don Juan Camacho era inhumano, “Chicos prométanme que van a ser grandes cosas y cuidaran a su abuela” la esposa del abuelo de Óscar Camacho le dijo, “Mijo no nos pida que le apliquemos la eutanasia, nosotros no somos dueños de su vida, pídale a Dios que se lo lleve” al día siguiente a las 5:28 minutos el alma de Juan Camacho abandonaba su cuerpo, como si de un milagro se tratara, el deseo final de don Juan se cumplió y murió.
El pilar de la familia Camacho había caído, solo quedaban la abuela Isabel que tenía problemas de cadera y no trabajaba y dos niños de 12 y 14 años, la sra Isabel dijo a sus nietos que trabajaría y ellos terminarían de estudiar cueste lo que cueste, dos semanas después de empezar a trabajar en el campo, el dolor de cadera fue tan grave que la abuela de Óscar Camacho no pudo levantarse de la cama, la abuela lloraba de impotencia, llevaban una semana alimentándose muy mal porque el dinero que lograba ganar la Sra Isabel no era suficiente para comer, ese día Óscar Camacho asumió el papel de proveedor del hogar y no volvió a estudiar. A pesar de lo que decía su abuela y su hermano, él con tan solo 12 años abandono el colegio para poder trabajar, llevar alimento y medicamentos para su abuela.
Agradecimiento, fue el sentimiento que inundo el corazón y la mente de Óscar Camacho en su primer día de trabajo en el campo, era distinto ayudar a su abuelo por un par de horas después de llegar del colegio a tener que estar labrando la tierra durante todo el día, sus manos ardían de dolor, los callos reventados sangraban, la piel completamente quemada y su fuerza lo había abandonado hace un par de horas, mientras trabajaba recordó el dicho de su abuelo “La pluma pesa menos que la pala mijo” agradeció en silencio por todo el sacrificio que hizo su abuelo y abuela durante 12 años, trabajando bajo las inclemencias del sol, levantando él saca-tierra una y otra vez hasta que sus brazos no pudieran más, todo para que él y su hermano pudieran estudiar y comer. “Agradecer es la llave maestra de la vida, cuando agradeces cada tropiezo, cada esfuerzo, cada batalla, le envías un mensaje al universo, es tu corazón y tu alma diciendo Estoy listo para más”.
Óscar prometió que sería un hombre millonario, por la memoria de su abuelo, por la memoria de sus padres, por su abuela y hermano él sería millonario y acabaría con el hambre del mundo, a los 14 años ya rendía igual o más que lo demás trabajadores adultos, aunque el dinero que ganaba era suficiente para comer, él no había venido al mundo para hacer cosas pequeñas, para ver como su vida pasaba trabajando en el campo y haciendo cosas menores, nó, “Dios no nos dio la vida para que seamos una sombra de lo que podemos ser, la biblia dice, esfuérzate y sé valiente, No temas, ni desmayes, que yo soy el señor tu Dios, y estaré contigo por donde quiera que vayas”, esto motivo a Oscar a viajar a Bogotá, creo negocios exitosos, recorrió el mundo haciendo conferencias y ayudando a los demás, su historia de vida, su lucha contra el hambre, su ambición de crecer y ayudar lo llevo a ser condecorado como el empresario del año.
Tú puedes hacer grandes cosas, amigo, lucha, sé valiente, sé imparable, ¡porque dentro de ti hay un gigante cansado de esperar! El mundo está listo para verte brillar.
Soy Óscar Camacho, piloto profesional colombiano. He ganado 39 trofeos en diferentes competencias en 14 años de experiencia. Actualmente ejerzo como instructor de vuelo en mi academia ‘Planes for pilots’ abierta en el abril del 2022.
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